BRUICHLADDICH - Micro-Provenance - Single Cask #0808 - 14 años - Optic Barley - 292 botellas - 58,8% - Exclusividad Embajador
Esta Micro-Provenance Bruichladdich Single Cask #0808, de 14 años y embotellada al 58,8 %, es una edición rara y exclusiva reservada para los embajadores de la destilería. Proveniente de cebada Optic Barley, este single malt destaca el enfoque terroir de Bruichladdich, con un destilado sin turba que deja expresar la pureza del grano y la precisión de la destilación. El color oro profundo y brillante anuncia una buena concentración y una larga crianza en barrica. En nariz, el whisky despliega notas de miel clara, galleta con mantequilla y cereal caliente, acompañadas de aromas de frutas amarillas, albaricoque seco y pera madura. Matices de vainilla, crema pastelera y un toque de cítricos confitados aportan una dimensión pastelera elegante. En el fondo, la madera se muestra fina, evocando roble suave, coco discreto y un suspiro de especias delicadas.
En boca, los 58,8 % se imponen con una intensidad clara pero notablemente controlada, ofreciendo un ataque amplio, rico, casi aceitoso, sin llegar a ser ardiente. El corazón en boca despliega una materia densa, donde se mezclan el malta galleta, el caramelo claro, la vainilla y notas de frutas cocidas, en un equilibrio preciso entre golosidad y tensión. Algunas pinceladas de especias suaves, pimienta blanca y jengibre estructuran la degustación y dan nervio al conjunto. La cebada Optic aporta una textura muy cereal, casi cremosa, que sostiene prolongadamente los aromas sin pesadez. Con una gota de agua, el perfil se abre a más frutas, flores secas y notas ligeramente melosas, conservando la firma clara y salina de los maltas de la isla de Islay sin turba. La longitud en boca es importante, marcada por la malta, la vainilla y una madera noble, patinada.
Edición limitada a solo 292 botellas, esta Micro-Provenance #0808 se dirige claramente a los aficionados expertos y coleccionistas de la casa Bruichladdich. Su estatus de exclusividad embajador la convierte en una botella buscada, tanto por su rareza como por lo que cuenta del trabajo parcelario y experimental de la destilería. Se disfruta idealmente pura, en un vaso adecuado, tras unos minutos de respiración, posiblemente con unas gotas de agua para domar el grado y desplegar todas las matices de la cebada y la barrica. En la mesa, encontrará un buen eco con un chocolate negro poco dulce, un postre de frutos secos o una tarta de peras caramelizadas, incluso un cigarro elegante para prolongar el momento. Es un single malt de carácter, preciso, goloso y profundamente identitario, que ilustra la capacidad de Bruichladdich para firmar expresiones raras donde cada detalle – añada, cebada, barrica y selección – está pensado como una pieza única.